viernes, 2 de diciembre de 2011

Reflexiones sobre "La Tercera Edad."

Tú que has vivido tantas experiencias, ¿Has marchado alguna vez a un lugar oscuro y solitario, en noches estrelladas? ¿Te has parado firme debajo del inmenso firmamento para sentir la pequeñez y la grandeza de tu vida? Para sentir  que no eres más que un polvo cósmico, que en el espacio inmenso flota… y sin embargo más grande que todas las estrellas… porque eres capaz de sentir, pensar, esperar, creer y amar… en esas circunstancias un estremecimiento se apodera de tu ser… y te preguntas: ¿Quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy?… ¿Ahora que despierto y estoy aquí, ¿Quién me puso aquí?… Mirando a las estrellas te preguntas: ¿En uno de esos puntos luminosos habrá alguien que como yo pregunte por la vida? ¿En uno de esos puntos luminosos habrá gente feliz? Regresas de tus sueños y sientes  la arena debajo de tus pies… y sabes que tú estás aquí y ahora… y a la estrella fugaz que cae desde el cielo le pides un deseo… amar es el deseo… amar y ser feliz.
Amar y ser feliz… ¿Y en la tercera edad? ¿Se puede ser feliz en la tercera edad?… ¿Cómo explicar que la tercera edad es la etapa de la plenitud humana?… ¿el tiempo en que la esperanza está a punto de cumplirse?… lo dice la palabra: “Quédate con nosotros, Señor, porque es tarde, y ha declinado el día”… Así es: ha declinado el día de la vida.
Pero estas palabras reflejan la alegría, la hermosura y la luz del declive de la vida. Porque al declinar el día de la vida, es la ocasión especial para que Dios se quede contigo. Porque la grandeza de la edad avanzada está en una peculiar cercanía a Dios, muy propicia para escuchar sus enseñanzas…
Sin embargo… ¿No es triste eso del declive de la vida?… si lo miras con fe… no, porque el declinar de la vida terrena es el comienzo de la vida definitiva…
Los discípulos de Emaús pensaron que todo habían perdido; pero, por la fe te conocieron, Señor, al declinar el día…¿Qué cosa guarda la tercera edad, que no sea simple consuelo?… En el transcurso de la vida humana, el hombre alcanza mayor conocimiento… la sabiduría y la prudencia son propias de la edad avanzada…
Pero, Señor, si me estoy quedando ciego… sin oído… sin memoria…

No se trata del conocimiento que pasa por los sentidos, es aquel que vislumbras en tu corazón cuando los sentidos se apagan… es Dios mismo… Tú no te muestras, Señor, a quien pasa por la vida superficialmente… de prisa… mirando sólo apariencias… escuchando sólo palabras inútiles… tú te muestras al que sabe mirar profundamente con los ojos del corazón.
Es así, no es simple consuelo… el perder tus facultades físicas con las cuales mirabas, escuchabas y caminabas de prisa… es un regalo que Dios te hace, al declinar el día, a fin de que tu vida tenga un ritmo más adecuado para descubrirlo a El, Dios verdadero… mirarlo y escucharlo dentro de ti… No necesitas correr para alcanzarlo… está en ti… Ahora, al declinar el día, ya no estas agobiado por el tiempo, eres su dueño… dispones del tiempo a manos llenas, para descubrir sosegadamente la belleza de las cosas y de la vida… para gozar de la compañía de Dios y de los tuyos… ya no tendrás la fuerza para subir montañas… pero gozarás mucho más con la vista de un paisaje … de una puesta de sol… esto sucede cuando los sentidos que invitan al placer del cuerpo, ceden el puesto a la alegría del espíritu… Señor, ¿Acaso lo mejor de la vida lo ofreces al final, como el vino de Caná?… les diste el mejor vino al declinar el día… Siempre preguntas: ¿Yo ya que puedo dar?… yo ya estoy viejo… más que dar, es darse… darte tú mismo, con toda tu riqueza interior… dar todo lo que eres y todo lo que sabes…
Cada anciano que parte de este mundo es una biblioteca que se quema…  ¿Tienes alguna habilidad o afición que no pudiste cultivar antes?… nunca es tarde… aprende y enseña… nunca mueren los que aprendieron a vivir… nunca mueren los que enseñaron a vivir…Aprende a mirar la ancianidad como un regalo para ti mismo y para los demás.
Sí, Señor, porque por la tarde, a la puesta del sol, caída la tarde, cuando el día de tu vida comenzó a declinar, curaste enfermos, multiplicaste los panes, pasaste haciendo el bien…
Preguntas ¿yo, Señor, dar, darme?…si estoy postrado a causa de los años…. acaso la vida es solo movimiento y alboroto… que tu cansancio no se convierta en desgana…en falta de interés…en impotencia…aunque en tu edad avanzada, como un niño, puedas ofrecer poco…recuerda que el Señor dio de comer   a mucha gente con un poco de pan y pescado que generosamente ofreció un niño… si nada puedes dar, ofrece tu alegría y tu agradecimiento… si la edad te obliga a prescindir  de tantas cosas… alégrate de ello… eso te hace sabio… Un sabio pensador cruzaba los mercados metido en un barril y riendo a carcajadas… cuando le preguntaban el motivo mencionaba: me río mirando tantas cosas que yo no necesito.El Señor ofrece dificultad y cruz… pero no tristeza… el hombre y la mujer en edad avanzada están en mejor situación que la juventud para encontrar la genuina alegría… porque la verdadera alegría es satisfacción espiritual… la alegría… la sana alegría, viene de Dios… Comunica esa alegría… no pierdas el buen humor… cuenta, escribe o graba tus múltiples historias… ¿Nadie quiere escucharte?…, te han abandonado?… te escucharán los niños…
¡Qué magnífica es la situación del niño y del anciano, a quienes su debilidad les hace sentir necesitados en este mundo de autosuficiencias…Necesitar a Dios es la bienaventuranza de los humildes y pequeños…
¡Qué grande es la semejanza entre la luz del amanecer y la luz del atardecer!… El declinar de la vida, como el declinar del día tiene una peculiar luz… una peculiar hermosura… porque se ve a Dios tan cerca… no es el fin…Qué grande es la semejanza entre la luz del amanecer y la luz del atardecer!… porque de Dios  venimos y hacia Dios vamos…

“Hacernos como niños”,… ese es el camino… esforzarnos por readquirir esa capacidad de mirar con sencillez las cosas… las situaciones de la vida… las personas… Si al amor no le intimidan las adversidades y la muerte… el hombre participa en cierto modo del poder y del amor de Dios.
Mientras caminabas por el sendero de la vida, tu corazón ardía, al escuchar las palabras del Señor… al declinar el día Dios está contigo… se queda contigo…Y si partió el ser que tanto amabas, aléjate en las noches estrelladas… tu aquí, tu ser amado allá, mirando el firmamento, fundidos en el mismo sentimiento verán que bien se anula la distancia cuando en el alma anida la esperanza.
Por Teodoro Delgado

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