martes, 9 de octubre de 2012

Muere la mujer más anciana del mundo

Cuando Antisa celebro sus 130 años

Antisa Jvichava falleció el 7 de octubre a la edad de 132 años en la localidad de Tsalendzhij, Georgia, a unos 360 kilómetros al oeste de la capital, Tiflis, donde vivía con su familia. Las autoridades georgianas aseguraron a los medios que se trataba de la persona más anciana del mundo y se dirigieron a los editores del Libro de los Récord Guinness para que certifiquen este hecho. 


Documentación oficial del nacimiento de la anciana

Tiflis cuenta con los documentos que demuestran que la anciana había nacido el 8 de julio de 1880. El vicegobernador de la región de Samegrelo, Vajtang Tsjadaya, dijo que en Georgia siempre ha habido una gran cantidad de personas longevas y agregó que el hecho de que allí viviera la persona más anciana del mundo confirma la peculiaridad del "gen georgiano". En el 2010, la señora Jvichava fue noticia mundial cuando celebró su cumpleaños número 130. Tuvo tres hijos, dos de los cuales murieron en 1939 y 1945, 12 nietos, 18 bisnietos y 6 tataranietos.


Una de las últimas fotos tomada a la anciana un año antes de su muerte ocurrida el domingo 7 de octubre del 2012

miércoles, 25 de abril de 2012

Adulto mayor: Un período de cambio



Dependiendo de cómo uno define el proceso de envejecimiento, es posible ver sus signos tan temprano como en la adolescencia, pero es durante los años posteriores cuando los efectos reales del envejecimiento se sienten con más fuerza.
En todo caso, es posible hacer más lento el proceso a través del ejercicio y la dieta y mantener así una salud óptima.
Los efectos del envejecimiento
El natural proceso de envejecer comienza a una edad muy temprana, pero comienza a hacerse evidente hasta mediados de los treinta, o después. Desde los 50 años, aproximadamente, el proceso se acelera y los primeros signos se hacen claramente visibles. Todos los seres humanos envejecemos, esto es un proceso perfectamente normal y se puede manifestar de numerosas maneras, tales como aparición de las canas, pérdida del cabello, impedimentos en los sentidos (especialmente la vista y el oído), un retardo de varios procesos metabólicos, pérdida de memoria y pérdida de fuerza muscular.
Todos estos cambios son normales y ocurren, en mayor o menor medida, a cada individuo. En todo caso, hay otros cambios que no le suceden a todos y, por lo tanto, son entendidos como desviaciones del proceso "normal".
Estos pueden ser asociados con enfermedades o con estilos de vida e incluyen condiciones como presión alta, diabetes, cataratas y cicatrización más lenta de las heridas. En la mayoría de los casos, dietas pobres y falta de ejercicio son factores que contribuyen significativamente.
Nuestros requerimientos nutricionales cambian a través de nuestra vida y la necesidad de ciertos nutrientes se incrementa mientras envejecemos. Por ejemplo, se necesita más calcio para contrarrestar la osteoporosis, vitamina B12 para la formación de glóbulos rojos en la sangre y ácidos grasos esenciales para corazones sanos.
Osteoporosis
Una de las afecciones más comunes en las personas mayores es la osteoporosis. Esta afecta principalmente a mujeres postmenopáusicas que pierden calcio de sus huesos debido a la falta de producción de estrógeno.
Los productos lácteos y algunas aguas minerales son excelentes fuentes de calcio. La vitamina D ayuda a la absorción de calcio y puede ser sintetizada en el cuerpo cuando se expone a la luz solar.
¿Cómo podemos prevenir la osteoporosis?
El ejercicio regular y una dieta que contenga al menos 1 g de calcio pueden ayudar a prevenir la osteoporosis. Para reducir el riesgo de desarrollar osteoporosis, consuma 3 a 4 porciones de cualquiera de estas comidas:
Leche
Yogurt
Quesos
Brócoli

domingo, 8 de abril de 2012

¿Reirse del Alzheimer?

Cada uno de nosotros, en nuestro feudo particular nos reímos con, que no de, nuestros familiares afectados de Alzheimer. Habrá quienes se rían de ellos, no los comprendan ni lo intenten, o reaccionen violentamente ante una reacción violenta del enfermo, pero eso es otro tema y este no es el sitio. Pero si diremos que la ignorancia en torno a esta mortal enfermedad es muy grande y eso daña a ambos, al enfermo y al acompañante, pero sobre todo, perjudica al que ignora.


La vida son pequeños momentos, pequeñas ilusiones, grandes logros y satisfacciones grandes y pequeñas, y si no fuera por esos momentos y por esas «gracietas» que hacemos para ellos, o que a veces ellos hacen para nosotros, al menos visto desde nuestra vivencia particular, todo esto sería un verdadero infierno sin salida.

Alguno de vosotros -como cuidadores o acompañantes- ¿no habéis experimentado un cambio total del sentido del humor? No quiero decir de bueno a malo ni lo contrario, sino un cambio.  


Cambio, que por supuesto forma parte de la enfermedad y que no va a durar todo el trayecto de la misma, pero mientras dure y este sea a positivo, intentad sacar algo positivo de todo ello y disfrutad, porque luego llegarán otros cambios.

El sentido del humor no es algo que varíe mucho a lo largo de la vida de las personas y se suele nacer con él o no, o puede que se tome de pronto la decisión de ser más alegre por vicisitudes de la vida, e incluso lo contrario, que esas mismas experiencias dejen a una persona sin el placer de la risa. Reír por reír, que es lo más sano, reírse de uno mismo y casi de todo cuanto te rodea, por aquello de que «para qué tomarse la vida en serio si no vas a salir vivo de ella». En esto del Alzheimer, yo le llamo estrategia, es como si se diesen cuenta de algo que no quisieran y, de pronto, a medida que la enfermedad avanza y ellos involucionan entre despistes y falta de memoria, nace en su interior una nueva persona que bromea para pasar desapercibido entre tanta decadencia  y reírse, ahora si, pero con amargura interna, de su propios olvidos. Esto, a mi humilde parecer, es lo que realmente provoca ese cambio al ser ellos conscientes aún de lo que está ocurriendo. 

Esta enfermedad es muy depresiva para quienes la vivimos, testigos de la decadencia de un ser querido,  aunque con momentos irrefutablemente buenos, con sensaciones nuevas y en muchos casos con sentimientos descubiertos. ¿Alguien aprendió a decir Te Quiero durante el trayecto de esta maldita enfermedad? Seguro que sí, y es que..., siempre vamos con prisas, como si todo fuese a acabarse mañana y mientras tanto no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes, o empiezas a perderlo. Pero..., esto no es un cáncer fulminante y te da tiempo a decir muchas cosas, a conocer a una persona nueva dentro de una persona que ya conocías o creías conocer. 

Pero no, no vamos a decir que durante la mejor etapa, si se le puede llamar así, y durante esos momentos todo va a ser un camino de rosas, porque la procesión va por dentro y todos la llevaremos siempre a cuestas, pero debemos ver la zona de color azul, pues la tiene y solo un alma ciega puede obviarlo, porque es innegable que esta es una de las peores enfermedades que vaya uno a padecer, por no decir la peor, y digo padecer en primera persona porque a veces no es el enfermo quien parece padecerla, sino quienes cuidamos de ellos durante unas horas, días de 25 y 27 horas o toda la vida y en algunas ocasiones es el propio familiar unicamente quien recibe el diagnóstico porque así la familia lo elige y siempre por el bien del enfermo, y ello supone otra carga emocional que hay que sumar.

Pero quién de nosotros no habrá dicho o pensado: «Lo cambiaba por cualquier otra enfermedad...» --fulminante o no--, «y si en vez de Alzheimer, fuera... », pero luego, pasada la tormenta, vuelve uno a responderse: «No, no la cambiaba por otra enfermedad, ni fulminante ni duradera. Es lo que me ha tocado y p'alante con ello». Mas.. ¿Sabes que últimamente se habla de que hay cuidadores que fallecen mucho antes que el propio enfermo? Terrible, ¿no?

Dicen, o a lo mejor me lo estoy inventado, que una de las «más importantes filosofías de vida» es reírse de uno mismo, pero... ¿De qué cuernos se puede reír un enfermo de Alzheimer? Si supieran en realidad lo que les ha tocado vivir o la condena y la carga emocional a la que esta enfermedad somete a la familia, dudo mucho que esbozaran una sonrisa, por lo que ese enmascarado placer nos toca a nosotros. Reír, y reír con ellos, esto no es un cáncer o un infarto fulminante y su vida o agonía nos puede acompañar durante 15 o 20 años. Ayudémosles a vivir, pero también, riamos... con ellos.


A todos los familiares y cuidadores de enfermos de Alzheimer
Y a Pedro J. Bueno, por enseñarnos a reír
 


 

sábado, 25 de febrero de 2012

La vejez, una etapa vital del desarrollo humano




Por Lidia C. Antuña
El envejecimiento de la población es un fenómeno relativamente nuevo en la historia de la humanidad. Es un reto que hay que afrontar, en nuestros días es posible llegar a viejos y hay que envejecer correctamente. Sin embargo la vejez se contempla vulgarmente como una realidad que afecta a una parte de la población. Los viejos se configuran como una categoría independiente del resto de la sociedad.
Nos encontramos con distintas concepciones de vejez. Hay una vejez cronológica que en realidad se basa en la edad del retiro del ámbito laboral, entonces decimos que a partir de los 65 años se es viejo.
Existe una vejez funcional que utiliza viejo como sinónimo de incapaz o limitado. Esto es erróneo pues la vejez no significa incapacidad y hay que luchar con la idea de que el viejo es funcionalmente limitado.
La vejez como cualquier otra edad posee su propia funcionalidad, las barreras a la funcionalidad de los ancianos surgen con frecuencia de las deformaciones y mitos sobre la vejez más que de reflejos de deficiencias reales.
Pero si queremos encontrar una concepción de la vejez más equilibrada, podemos reconocerla como una etapa vital, basada en el reconocimiento que el transcurrir del tiempo produce efectos en la persona, la cual entra en una etapa distinta a las vividas anteriormente, semejante a otras etapas vitales como pueden ser la niñez, la adolescencia. La vejez constituye una etapa más de la experiencia humana y por lo tanto puede y debe ser positiva y de desarrollo individual y social.
La Gerontología es de interés para toda las sociedades. Para el que envejece y para el profesional que le ayuda a envejecer correctamente. Se desarrolla como una nueva dimensión de varias ciencias y de varias profesiones, sobre todo en el campo de lo social y de la salud. Cada una define la vejez desde sus puntos de vista y tienden cada vez más a trabajar en equipos interdisciplinarios para trascender lo más posible las perspectivas propias de cada especialización. Solamente con la complementariedad de las diversas disciplinas podremos englobar la totalidad de estos fenómenos y descubrir su unidad y estructura dinámica.
Generalmente tratamos a los viejos como niños, escuchamos sus preocupaciones como pueriles. Sin embargo una buena relación con ellos tendría que permitirles ser mas de lo que expresan de si mismos, porque esto les permitiría vivir la relación que tenemos con ellos como una relación de crecimiento. Otro de nuestros errores en el trato con los mayores es esa tendencia a identificar a los ancianos por lo que han sido o hecho: "empleado jubilado de...", "vivía en...", "tiene tres hijos", etc. De esta manera no reconocemos en ellos la existencia de una gran riqueza todavía por expresarse, es como si en sus realizaciones pasadas se agotara su riqueza existencial.
Nos planteamos la necesidad de lograr una definición de la ancianidad desde el punto de vista del principal interesado, del que está envejeciendo. Para mejorar la calidad de vida de los mayores es necesario comprender qué significa ser viejo, cómo se ven los viejos a si mismos y cómo ven su vida.

La capacidad de establecer una relación de calidad con las personas mayores no es el fruto de técnicas ni métodos, es el reflejo de la calidad de ser de aquel que interviene, al igual que el arte de ser viejo depende del modo como una persona se sitúa frente al devenir personal. La vida se desarrolla expresándose, cada anciano debe encontrar su lugar y su modo de expresión y nuestra ayuda desde la Gerontología debe tener como objetivo favorecer a su devenir personal. Aún en tiempo de vejez, el crecimiento personal es posible, porque la personalidad puede aún encontrar cómo expresarse y es la relación interpersonal la que ofrece la posibilidad de comunicación y está en nosotros ofrecerles el terreno donde desarrollarse.
Cuando el adulto mayor llega a nosotros, es importante mantener varias entrevistas que nos permitan aproximarnos a su realidad.,conocer su relación con su familia, comunidad y entorno.
Es fundamental saber con cuanto capital social y relacional cuenta. Recordemos que en la vejez hay un empobrecimiento de la calidad y cantidad de los miembros de la red social ,y que la competencia socio-afectiva y cognitiva está relacionada con estas redes familiares y sociales que la facilitan y potencian. Y está en nosotros armar las estrategias necesarias que le permitan recuperar esas competencias que le darán una mejor calidad de vida.
Está en nosotros ofrecer nuevos modos de participación social, revalorizar las redes familiares y sociales que los arrancarán del anonimato y fortalecerán su identidad.

lunes, 16 de enero de 2012

VIUDOS: REHACER SU VIDA

 
Hoy en día, muchas mujeres y hombres se encuentran en la madurez siendo viudos
o solteros, por divorcio, decisión personal u otras circunstancias. Este es un paso
independientemente de la edad, "Conocer a alguien nuevo puede ser una situación
incómoda, no importa cuantos años tenga uno". 

Si nuestra situación es la de un amor que se nos ha escapado de las manos por un
fallecimiento, abandono, etc. es imporante que antes de dar ningún paso tengamos 
superado el duelo que ello supone.
Dejar de mirar hacia atrás no restará valor a lo que has vivido con esa persona. Al 
revés, quedarte anclado en ese pasado, hará que, cuando hagas balance de tu vida, 
aquel amor te haya aportado mucho pero también te haya hecho sufrir mucho 
tiempo. Por lo tantomira al presente y al futuro. 
Si aún no estás preparado, el tiempo es tu mejor aliado.
Un interesante primer paso es conocer a gente en tu misma situación. Te reconfortará 
compartir tu experiencia y comprobar que hay cosas inevitables en la vida, como que 
en una pareja se vaya primero uno de los dos. Rehacer tu vida no significa 
sustituir a esa persona, probablemente nunca encuentres  nadie comparable que te 
haga olvidarle. Y es que no se trata de olvidar. Esa persona siempre tendrá un lugar 
privilegiado en nuestra vida, pero seguimos siendo personas individuales. Quizá sea el 
momento de disfrutar de todo lo que has logrado.
Si encuentras una persona más especial que el resto, enhorabuena, pero no puede ser 
tu objetivo.
Vive la vida relajadamente. La primera prioridad ahora eres tú, y después, tu familia. 
Busca a gente con tus mismos intereses para hacer actividades en común. Si te 
sientes a gusto con ellos, lo demás, vendrá rodado.
Empezareis a llamaros para quedar, os preocupareis cuando alguien esté un poco
triste... y así es como se forja una amistad.
La amistad es algo fundamental en la vida y a lo que, sin embargo prestamos menos 
atención de la que se merece. 
Toda la vida la centramos en conseguir un trabajo, una casa, una familia... cosas
necesarias, sí, pero ¿qué hay de los amigos?. Si tienes la posibilidad, prueba a volver 
a contactar con la gente que te acompañó hace años. Nunca es tarde para retomar el 
contacto. 
Las personas son el bien más preciado de la vida, así es que... ¡rodéate de ellas!

martes, 10 de enero de 2012

Atrapados en la soledad.

 Los ancianos viven en la mayoría de casos en una dura soledad, en donde la diferencia generacional marca una sima que impide hasta el simple cruce de palabras entre niños, jóvenes, adultos y viejos.
Lo de moda es característica, en muchas ocasiones hasta lingüística, esto es un muro en la comunicación general con los ancianos y no digamos en el plano afectivo.
Sin embargo el tema de la soledad no es propio de los de la Tercera Edad, también lo es de las otras generaciones; por eso merece una consideración generalizada para poder entender esta situación tan propia entre nuestra gente.
Y eso hacemos aquí, un enfoque generalizado de esta situación humana. Leerlo significa adquirir un conocimiento que nos permite hacer lo correcto en nuestras relaciones para evitar caer atrapados en la soledad.
La soledad es una de las experiencias subjetivas más demoledoras que existen. Sentirse aislado o desconectado de los otros genera un gran sufrimiento, y se oculta detrás de numerosos desajustes psicológicos y emocionales - depresión, ansiedad, alcoholismo, problemas de sueño, obesidad, suicidio, malestar somático.-
A menudo escuchamos que la soledad es la enfermedad o el mal de nuestro tiempo. En gran medida es así, ya que la sociedad occidental es esencialmente individualista y esta manera de estar en el mundo -que fomenta el éxito individual y la competencia- deja de lado valores humanos fundamentales como la solidaridad, la tolerancia, el reconocimiento o la paciencia.
En un tipo de sociedad como la que tenemos, abundan las relaciones superficiales, efímeras y carentes de afectividad, condicionadas a uno mismo, es decir, al interés individual. Cuanto más individualista es una persona, más probabilidades tiene de sentirse sola.
Una sociedad más colectivista, que antepone el bienestar del grupo al del individuo, favorece la cohesión y la afectividad entre sus miembros. El individualista margina y se margina a sí mismo olvidando que el ser humano es por naturaleza un ser social y que necesita cubrir su sentido de afiliación o pertenencia a un grupo, pues de otro modo, engendra un vacío.
El que suframos o no soledad también depende de cómo fuimos criados en nuestra infancia, del vínculo emocional que establecimos con nuestros padres o cuidadores.
Los niños con apego seguro – bien atendidos en sus necesidades básicas y afectivas: amor, calidez, seguridad y estabilidad- tienden a formar relaciones íntimas con otras personas con facilidad y, por tanto, se sienten menos solas.
Cuando los padres no responden adecuadamente a estas necesidades, se crean niños –y futuros adultos- predominantemente ansiosos e inseguros, que tendrán dificultades para establecer relaciones afectivas o intensas con los otros. De la inseguridad surgen muchos miedos, entre ellos, el miedo al rechazo o al aislamiento.
Podemos temer no tener a nadie con quien compartir la vida, aunque objetivamente esto es imposible. Gran parte de nuestro sufrimiento tiene que ver con nuestras creencias.


Las personas que se sienten solas a menudo piensan que no son lo suficientemente valiosas o que tienen que ser “especiales” o perfectas para ser aceptadas. Se rigen por términos de “todo o nada” –“Si no soy perfecto, soy un fracaso”-, por exigencias absolutistas –“X tiene que quererme”, en vez de, “Me gustaría que X me quisiera”-, y por el catastrofismo –¡Es horrible e insoportable que X no me quiera!
La persona que apenas habla en un grupo por miedo a decir algo inapropiado o poco interesante; la persona que no hace preguntas porque teme hacer el ridículo; la persona que evita tener iniciativa por miedo a no ser aceptada… Estas personas tienen en común el hecho de ser duramente exigentes consigo mismas y de no permitirse cometer errores delante de los demás.
Es evidente que esta forma de pensar bloquea las posibilidades de desarrollar vínculos con los otros. Por ello, si nos sentimos solos conviene que revisemos nuestras expectativas y creencias hacia los demás e intentemos ajustarlas a la realidad.
¿Qué pasaría si nos mostráramos tal como somos? Sin duda, así sería más fácil dar con gente verdaderamente afín. Tal vez nos lleve un tiempo, pero si nos movemos por los círculos adecuados, de modo natural dejaremos de estar solos. Como sostiene Ken Robinson en su libro El Elemento, “tu tribu sabrá ver en tus fallos la semilla de tus éxitos”.


Pero no todo en la soledad es negativo.
Hay personas a las que les gusta estar sin compañía buena parte de su tiempo y no, por ello, se sienten aisladas o solas.
Son personas que tienen una gran conexión consigo mismas.
A solas nos encontramos con nosotros mismos, y esto tiene ventajas más que inconvenientes si dejamos a un lado el miedo a mirar dentro.
Practicar la introspección, es decir, observar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, nos conduce a un mayor conocimiento de nosotros mismos y, con ello, a la estabilidad y a la seguridad.
Distanciarnos de los otros, en ocasiones, es necesario para tomar perspectiva, revisar pensamientos y creencias, aclararnos, soltar lastre, tomar decisiones, forjar ideas, programar proyectos… La conexión con nosotros mismos es tan importante, o más, que estar conectados con los demás.
“No hay amor suficiente capaz de llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma”, como reza la cita.