sábado, 26 de enero de 2013

El Tazón de Madera




 Un viejo que enviudó y se quedó solo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Al abuelo ya le temblaban las manos, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.
La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacía que el alimentarse fuese un asunto difícil.
La comida se le caía de su cuchara a sobre el mantel y a veces iba a dar hasta al suelo. Cuando intentaba tomar el vaso, derramaba su contenido fuese refresco o leche.
El hijo y su esposa se cansaron de la situación.
-“Tenemos que hacer algo con el abuelo”, dijo el hijo. “Ya he tenido suficiente, derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo”.
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor.
Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera.
De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo.
Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer la cuchara o la comida.


El niño de cuatro años observaba todo en silencio.
Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo.
Le preguntó dulcemente:
-¿Qué estás haciendo?
Con la misma dulzura el niño le contestó:
-“Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos”.
Sonrió y siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla.
Las lágrimas le rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.
Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia.
Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.
Los niños son altamente perceptivos.
Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben.
Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas.
Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su hijo. Seamos constructores sabios y modelos a seguir.
Debemos aprender que independientemente de la relación que tengamos con nuestros padres, los vamos a extrañar cuando ya no estén con nosotros.
(Triste pero muy cierto, además ellos fueron los que te tendieron la mano cuando caiste mientras aprendias a caminar, los que te atendian cuando estabas enfermo)
He aprendido que aun cuando duela, no debo estar solo.
He aprendido que vida mucho se deja de  aprender.
La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca como los hiciste sentir.
Lo que se siembra se cosecha.
POR FAVOR NO TE EQUIVOQUES EN LA VIDA... SIEMBRA Y SIEMBRA EN ABUNDANCIA PARA QUE LA COSECHA  SEA ABUNDANTE.
Que Dios te Bendiga y deseo que cuando llegues a ser un Anciano(a) recibas todo el Amor que mereces.