lunes, 5 de diciembre de 2011

Enfermedades de los Adultos Mayores: La hernia de disco.


La hernia de disco es una afección del disco intervertebral. Se trata de  una malformación, ruptura o desgaste del  disco amortiguador que se encuentra entre las vértebras que forman la columna vertebral y dan soporte a la espalda.
Pero para comprender mejor de que se trata la hernia discal debemos conocer primero sobre las estructuras que se involucran en una enfermedad de este tipo.
Las vértebras están separadas por un disco o anillo cartilaginoso compuesto por el núcleo pulposo y el anillo fibroso.  La función de los discos es la de transmitir movilidad y flexibilidad a la columna y fundamentalmente la de amortiguar la transmisión de fuerzas entre las vértebras.
  • El núcleo pulposo: Esta situado en el centro, entre vértebra y vértebra. Tiene un alto contenido de agua, la cual se va perdiendo con el paso del tiempo afectando por lo tanto su flexibilidad y resistencia. Este núcleo pulposo es el que dará los síntomas de hernia discal cuando se desplaza de su lugar y comprime la raíz nerviosa.
  • El anillo fibroso: Está formado por láminas de colágeno que rodean y protegen al núcleo pulposo, le transmiten flexibilidad y movilidad. 

Cuando el anillo fibroso se rompe, su contenido, es decir el núcleo pulposo, sale al exterior. Esto es una hernia de disco. 
Causas de una hernia de disco
Esta discopatía se produce por una degeneración del disco intervertebral  o por un sobreesfuerzo que afectó de forma significativa a dicha estructura.
Dichas situaciones provocan que el disco se salga de su lugar. Esta salida de lugar del disco intervertebral produce la hernia discal.
Normalmente la lesión se da a nivel lumbar o cervical, pocas veces a nivel de las vértebras dorsales.

Grados de afección
Según el tipo de daño que tenga el disco intervertebral, se clasifican tres grados de afectación, los cuáles son:
  • Fisura discal: Se produce cuando hay un desgarro del anillo fibroso, generalmente este es perpendicular a la dirección de las fibras y estas fibras del anillo pulposo no llegan a verse rotas por completo.

  • Protrusión discal: Se trata de una  deformación del anillo fibroso producida por la presión del núcleo pulposo hacia fuera, normalmente producido por esfuerzos de la columna. Por lo general suele deformarse hacia la espalda, debido a que el anillo fibroso es un tercio más grueso por la zona delantera que por la trasera.
  • Hernia discal: Si el anillo fibroso llega a romperse y el núcleo pulposo se sale es cuando se diagnostica hernia discal. En los casos de hernia discal más serios suele verse afectada la médula espinal lo que genera todos los síntomas que a continuación mencionamos.
 Síntomas de la hernia discal
Los síntomas de la hernia de disco serán según la ubicación de la hernia.
Si la hernia está a nivel lumbar, la persona tendrá síntomas como:
1.               Lumbalgia que con el tiempo, o súbitamente, pueden desencadenar en dolor radicular. 
2.               Alivio del  dolor al flexionar las rodillas. 
3.               El paciente evita, hacer movimientos bruscos, pero permanecer mucho tiempo en la misma postura también le incomoda, de modo que va cambiando de postura regularmente y se alivia cuando utiliza también las manos para apoyarse. 
4.               Aumento del dolor al toser o estornudar ya que eso aumenta la presión en la zona abdominal. 
5.               En hernias de localización baja, a partir de la S1 (la primera del sacro) por lo general, puede haber síntomas en los cuales se vean afectados los esfínteres, por falta de control de los mismos. 
6.               Parestesia (sensación de hormigueo) en muslos y piernas. 
7.               La ciática  está muy presente en los casos de hernia de disco.
8.               Debilidad y pérdida de sensibilidad en miembros inferiores.
Si el disco herniado está a nivel cervical, se presenta:
1.               Dolor cervical, especialmente en la parte posterior o lateral.
2.               Dolor profundo, cerca o sobre las paletillas del lado afectado del hombro.
3.               Dolor irradiado al hombro, parte superior del brazo, antebrazo y en ocasiones a la mano, los dedos o el tórax.
4.               Empeoramiento del dolor al toser, hacer esfuerzos o reír.
5.               Incremento del dolor al doblar el cuello o girar la cabeza hacia un lado.
6.               Espasmo en los músculos cervicales.
7.               Debilidad de los músculos del brazo.
Tratamiento
El tratamiento en primera instancia es siempre conservador.
Más de un 85% de los pacientes con hernia de disco mejoran con un tratamiento conservador.
Teniendo en cuenta lo delicado y comprometido de la zona y la cantidad de nervios que allí se encuentran se desaconseja la cirugía para tratar el problema, a no ser que la operación sea imprescindible. 
Determinar si la persona requiere de cirugía o no depende de los síntomas del paciente, el grado de dolor, si hay compromiso de la fuerza o sensibilidad de las extremidades u otras partes del cuerpo, medicación, y el grado de incapacidad del paciente a raíz de la hernia.
En la mayoría de los casos el organismo remite la afección nerviosa al reacomodar y/o reducir el tamaño del disco con el tratamiento.
El tratamiento conservador con medicación y fisioterapia consiste en:
1.               Reposo, habitualmente entre dos días y una semana para la etapa aguda. 
2.               Analgésicos o antiinflamatorios no asteroideos (AINES). 
3.               Corticoides (esteroideos) en dolores agudos donde estén comprometidos los nervios radiculares en periodos de pocos días. 
4.               Relajante muscular en el caso de haber contracturas. 
5.               Termoterapia.

6.               Electroterapia  con microondas o ultrasonido. Para el dolor se puede utilizar TENS
7.               Tracciones. Las tracciones no se deben emplear en hernias muy desaconsejada.
8.               Collarines o fajas lumbares.
9.               Infiltraciones.
10.         Hidroterapia (técnica que engloba ejercicios físicos en el agua como aquaerobicos supervisados).
11.         Cinesiterapia.
12.         Educación sobre higiene postural.
Durante la fase aguda lo importante será tratar los síntomas dolorosos, mediante analgésicos y antiinflamatorios, cuando estos mejoran se podrá empezar a hacer movimientos breves como caminar o practicar  bicicleta estacionaria.

En los primeros dos meses no se debe entrenar con pesas, estar mucho tiempo de pie o realizar movimientos que fuercen la espalda.


Si hay mejoría se puede empezar a hacer algún tipo de deporte evitando los  abdominales en los primeros tres meses por su aumento de presión intradiscal. Luego de tres meses sin mayores problemas, se puede realizar cualquier actividad cuidando mucho la  higiene postural.

No hay comentarios:

Publicar un comentario